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La odisea de un día sin móvil

Publicado por 6 marzo 2013

Artículo publicado en Diario de Navarra
Autores:
Carmen Remírez /Ainhoa Piudo

Hace 15 años el móvil era un teléfono que casi nadie pensaba necesitar. Hoy en día son muy pocos los que se plantean vivir sin uno. Sociólogos y psicólogos valoran esta realidad y sus opiniones se intercalan en un texto en el que un protagonista ficticio se despierta un día sin saber dónde está el suyo.

CUÁNTA luz. ¿Qué hora será? Alargo la mano hasta la mesilla para coger el móvil. Palpo. ¿El móvil? No está donde lo dejé. Juraría que ayer a la noche puse la alarma a la hora de siempre. Qué raro, no he oído nada y parece muy de día. Me levanto, voy a la cocina y miro la hora.

¡Las diez! ¡Menos mal que comenté en la oficina que tenía que hacer la declaración de la renta y que llegaría a mediodía! ¿Pero dónde habré dejado el móvil? No está en la habitación, ni en la mesa de la cocina, ni en el bolsillo de la cazadora. Ni siquiera tengo teléfono fijo para llamarme y ver si suena. ¿Me lo habré dejado en el trabajo? Sí, me lo habré olvidado allí. Sólo son unas horas, luego lo recupero. No puede ser tan grave, y así me libro del acoso de mi compañía telefónica, que lleva unos días especialmente insistente. Este será mi día sin móvil.

«¿UN MUNDO SIN MÓVILES? IMPOSIBLE IMAGINÁRSELO. SERÍA COMO VOLVER AL CANDIL. EL MÓVIL ES UNA HERRAMIENTA QUE FACILITA Y, A LA VEZ, HACE MÁS DIFÍCIL LA VIDA, PERO MIENTRAS TANTO SE HA HECHO NECESARIO». Jesús Hernández Aristu, sociólogo de la UPNA.

Salgo de casa en dirección a Hacienda. Espero que los papeleos no me tengan mucho rato allí. Podría preguntárselo a mi amigo Juan, que estuvo la semana pasada. Aunque ahora que lo pienso, sin móvil, no me acuerdo de su número. No va a poder ser. Casi mejor, será un paseo más tranquilo. Hace muy buena mañana y voy a disfrutar de estos diez minutos de liberación hasta el coche. Arranco. Qué raro se me hace el hueco del manos libres. Vaya, cómo han pasado las horas. Espero que no haya mucho tráfico porque no me sobra tiempo.

«EL MÓVIL ES COMO UNA PEQUEÑA CENTRALITA QUE TE TIENE CONECTADO A TU ESFERA EN CUALQUIER ESPACIO. SON COMO ORDENADORES REDUCIDOS, DE BOLSILLO» .

Josetxo Beriáin, sociólogo de la UPNA.

-Señor, su cita era hace una hora y le hemos saltado el turno. Tendrá que volver a solicitarla.

– ¡Pero si había pedido permiso en el trabajo solo para esto! Al menos podían haberme avisado.

-¿No le llegó hace unos días un mensaje a su móvil en el que le avisábamos del cambio de hora?

¡Ostras! Es verdad. De hecho, me puse una alerta en el calendario del móvil pensando que se me podía olvidar. Me tenía que haber sonado esta mañana. Vaya desastre dejarme el móvil en el trabajo justo hoy. No todo van a ser ventajas…

«EL MÓVIL ES COMO EL TELÉFONO Y OTROS ARTILUGIOS, OBJETOS CON LOS QUE NO SE PUEDE VIVIR, Y SIN ELLOS TAMPOCO» .

Jesús Hernández Aristu.

Pues nada, toca volver al trabajo. ¿Dónde había aparcado? Estoy seguro de que era por aquí. Sí, sí, era aquí. ¡Pero el coche no está! Lo que sí hay es una línea amarilla, una señal que prohíbe aparcar y una pegatina que me avisa de que a mi coche se lo ha llevado la grúa y está en el depósito municipal. Estupendo. Sin coche no puedo ir a trabajar. Tendré que ir a recogerlo. Como no quiero perder más tiempo, llamaré a un taxi.

Ese número sí me lo sé pero, ¿cómo llamo? Podría pedir un teléfono prestado, pero qué vergüenza. También podría probar a encontrar una cabina. ¿Siguen funcionando? Hace siglos que no utilizo una. Después de media hora y de intentarlo sin éxito una y otra vez en todas las calles y bares de la zona, al fin me topo con una que funciona. En diez minutos vendrán a por mí. Ni siquiera puedo matar la espera mandando algún mensaje, mirando el correo o twitteando sobre las declaraciones de ayer de Mourinho.

«A VECES EL MÓVIL GENERA UN USO DEL TIEMPO BASTANTE IMPRODUCTIVO. NOS DEDICAMOS A CHEQUEAR JUEGOS O MENSAJES, O A HACER LLAMADAS QUE NO NECESITAMOS. YO CON MI MÓVIL, MI MÓVIL CONMIGO» . Josetxo Beriáin.

Cuando llego a la oficina es casi la hora de comer. ¿Me habrá llamado alguien durante la mañana? ¿Tendré algún mensaje interesante? A simple vista no parece que esté encima de mi mesa. Igual debajo de aquellos papeles… Tampoco. Empiezo a estar bastante mosca. ¿Dón de está? Marco mi número desde mi teléfono fijo del trabajo. Da tono, pero no lo oigo. Tiene que estar en casa, sí. No habré mirado bien antes. Después de esta accidentada mañana, me dedico a terminar mi trabajo lo antes posible con la vista puesta en salir a tomar algo y reír un rato con los amigos.

«SE PUEDE DENOMINAR DEPENDIENTE A ESA PERSONA QUE ESTÁ EN UNA ESPECIE DE ALERTA PERMANENTE Y PRIORIZA LA ATENCIÓN AL MÓVIL SOBRE OTRAS PRIORIDADES» .

Isabel Urretabizkaia Berasategi, psicóloga.

Desde hace años, todos los viernes por la tarde quedamos en la misma cervecería hacia las siete. Casi nunca falla nadie y no solemos movernos de allá, pero, ¿y si hoy cambia algo? ¿Si se han aburrido y han decidido cambiar de bar? ¿Y si hoy justo no va nadie? ¿O si todos llegan tarde? Me veo esperando un largo rato, solo, y empiezo a echar de menos mi móvil. Además, mañana quería ir a pescar, y pensaba pedirle las botas a Mario. No tengo forma de avisarle, y ellos a mí tampoco. Igual es mejor que me pase antes por casa para ver si encuentro el bendito teléfono de una vez. Comienzo a pensar que no soy capaz de vivir sin móvil.

Apago el ordenador y me voy de mala leche al bar de abajo a tomar un pincho. Estoy cansado y hambriento. Con el ajetreo, no he comido nada en todo el día. Si se entera mi madre. Por cierto, ¡mi madre! Ya debe de pensar que estoy en algún hospital, con lo exagerada que es. La tengo mal acostumbrada, y la llamo todos los días a media mañana.

«LA PERSONA PUEDE UTILIZAR EL MÓVIL COMO REFUGIO PARA APLACAR SU ANSIEDAD, PARA NO ENFRENTARSE DIRECTAMENTE A LAS RELACIONES SOCIALES» . Idoia Apezetxea Plaza, psicóloga.

Siete y diez minutos. No ha llegado nadie. Han cambiado de plan, seguro. ¿Hasta cuándo espero? Ya me veo colgado. La gente empieza a mirarme… ¡Ahí va! ¿Esa de ahí no es Elena? Qué pereza hablar con ella, no terminamos muy bien. Pero es que viene directa hacia aquí… Ni siquiera puedo hacer el viejo truco de estar hablando por el móvil para disimular. ¡Quiero recuperar mi móvil ya! Ufff… menos mal que es ella la que echa mano del bolso y saca su iPhone. ¿Será que ella también me está evitando? Mejor para los dos.

Definitivamente, aquí no viene nadie.

«EL USO DEL TELÉFONO SE VUELVE PATOLÓGICO CUANDO, ANTE SU AUSENCIA, APARECEN INDICADORES COMO EL MALESTAR, LA ANSIEDAD O LA INQUIETUD» . Isabel Urretabizkaia Berasategi, psicóloga.

Son y veinte, y estoy que me subo por las paredes.Aunque sea solo, me voy a tomar esa cerveza que tanto me apetece. Me siento en la barra. A mi lado, un hombre lee el periódico. Tiene su móvil a la vista. Igual está esperando a que le llamen. Pasan unos minutos, y le llega un mensaje. Ay, qué envidia sentir que alguien se acuerda de ti. ¿Volverá a pasarme? ¿Y si lo he perdido de verdad y nunca lo recupero? Tengo un montón de números guardados. Aquella chica que conocí el sábado pasado va a pensar que no estoy interesado en ella. ¿Por qué nunca habré hecho esa copia de seguridad? Y las fotos, mi música en mp3, los cumpleaños que marqué en el calendario… Definitivamente, no entiendo cómo hay gente que vive sin móvil.

«ME HE RESISTIDO DURANTE AÑOS Y, AL FINAL, POR MI TRABAJO, HE TENIDO QUE COMPRARME UNO. NO LO APAGO NUNCA, PERO A LAS NOCHES SE QUEDA FUERA DE LA HABITACIÓN» .

Joxepe Irigaray Gil, alcalde de Burguete.

«EL USO QUE CADA UNO HAGA DEL MÓVIL ES LO QUE LO CONVIERTE EN ALGO ÚTIL Y PROVECHOSO» .

Idoia Apezetxea Plaza, psicóloga.

Abatido, llego a casa. Voy a buscarlo por última vez y, si no está, mañana a primera hora me voy a la tienda a comprar otro. En la cocina, nada. En la habitación, tampoco, ni siquiera debajo de la cama. Echo un vistazo hasta en el baño, hasta que me doy por vencido, dejándome caer en el sofá. Jo, me he sentado encima del mando, que se había quedado entre los cojines. Lo rescato. ¡¡¡¡No es el mando, es el móvil!!!! Vuelvo a estar conectado al mundo. Qué alivio.

Con cuidado, echo un vistazo a la pantalla. Tengo 5 mensajes y 15 llamadas perdidas (10 de ellas, de mi madre). Los voy repasando: la alarma del cambio de cita en Hacienda; el de la grúa; uno de mi madre en tono de amenaza; ¡¡la chica del sábado!!, y uno de Mario. Se titula La cuadrilla crece. Es mutimedia y, en la foto se ve a Julia, recién nacida, en los brazos de su madre, mi amiga Belén. Adiós a mi día sin móvil . Ha llegado la hora de responder: «Qué guapa Julia. Me había dejado el móvil en casa y me acabo de enterar».

 

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